EL BUEN BUEN FIN

María del Carmen Maqueo Garza

Como viene sucediendo desde hace varios años, en estos días se lleva a cabo la serie de promociones comerciales englobadas bajo el término “El buen fin”, que se adelanta cronológicamente a su equivalente norteamericano denominado “Black Friday”.

La historia norteamericana del Black Friday está asociada al Día de Acción de Gracias, celebrado desde  1863 cuando el entonces presidente Abraham Lincoln proclamó el jueves 26 de noviembre de ese año como una fecha nacional para dar gracias.  Décadas después, al finalizar la etapa de la Gran Depresión en la Unión Americana, Roosevelt ajustó la fecha para facilitar las compras por parte de los ciudadanos que apenas comenzaban a recuperar su economía familiar, fijando el tercer jueves de noviembre y no el cuarto, como Día de  Acción de Gracias.  Finalmente, un par de años después, la fecha regresó a su original cuarto jueves del penúltimo mes del año, dando con ello por iniciada la temporada navideña.  Otro factor que se atribuye para bautizar la fecha como “viernes negro”, tiene que ver con las finanzas.  Los comercios intentan mantenerse en números negros y evitan los números rojos, que señalarían pérdidas.

Fue a partir del 2011 que México organizó su equivalente denominado “El buen fin”, evento que cada año adquiere mayor relevancia.  Se fija el viernes previo a la conmemoración de la Revolución Mexicana y cumple funciones similares de descuento en mercancía y promociones.

Como sucede en algunas otras ocasiones, las ofertas de finales de noviembre ponen a prueba nuestra templanza comercial.  Los clientes  sabios han planificado a lo largo del año los productos que planean adquirir en esos días, de manera que su economía doméstica se mantenga estable el resto del año.  Hay, por otra parte, quienes se lanzan hasta en forma irracional, movidos por la atracción hacia la mercancía en oferta, llegando a endeudarse para el resto del año.   Para acabar de complicar las cosas, ese gancho comercial de “meses sin intereses” los atrapa como peces hambrientos.  Tal vez pasadas dos o tres semanas la emoción de la compra se ha extinguido y el entusiasmado cliente se da un frentazo con la dura realidad, y eso que aún no cae la primera parcialidad de cobro de la tarjeta de débito o crédito.

Dado que vivimos en un mundo cien por ciento mercantilizado, esta es una buena oportunidad para analizar nuestros propios hábitos de consumo. ¿Qué elementos nos activan esas ansias por comprar, aun lo que no necesitamos y nunca usaremos? ¿Es una forma de demostrar nuestro poder, aunque sea por un ratito, sin importar que más delante estemos sufriendo para pagarlo…?

Es muy interesante estudiar a la clientela mexicana de todos órdenes de acuerdo con su forma de responder a las ofertas.  Está aquel al que le brillan los ojos frente a los aparadores y simplemente, plástico en mano, se lanza a comprar sin pensarlo.  A tal grado le seducen las mercancías que es capaz de adquirir cosas que ni siquiera son para su persona.  Lo hace con la mentalidad de que, es tan fantástica la oferta, que hay que comprar y ya luego se buscará a quién regalar.   Otro cliente de este grupo es el eterno dietético que compra prendas de vestir dos tallas menores a su talla actual, asegurándose a sí mismo que, teniendo frente a sí ese bello traje, bajará porque bajará de peso… Tal vez lo consiga, lo que sucede en el menor número de casos.  La mayoría de ellos baja a un ritmo tan lento, que para cuando finalmente entran en la prenda, ya está pasada de moda.  O el que, no habiendo logrado su objetivo de pérdida de peso se fastidia de ver la indumentaria esperando ser estrenada, y la lanza hasta el fondo de su closet de un solo golpe, con una mezcla de frustración y enojo.  Algo similar sucede con adornos, utensilios de cocina o enseres para pesca.  Como si se estableciera un circuito pupila-cartera que nos impele a gastar de una manera en cierto modo compulsiva.

En este escenario tenemos dos posibilidades: La del mal buen fin, ese que nos hipnotiza y nos lleva a la hecatombe.  Y por otro lado tenemos  el buen buen fin, ese que se aprovecha de manera planificada y racional, para  comprar aquello que conscientemente determinamos que hace falta, y gastamos con moderación, de modo de no representar una carga en nuestro presupuesto familiar.

¿En qué fila se apunta, mi querido lector?

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El término Congruencia es una palabra de origen latino que significa coincidir, convenir, encontrarse, por lo que es claro su significado: congruencia es  coherencia, relación lógica o correspondencia entre lo que hablamos y lo que hacemos. Congruencia es cuando nuestros pensamientos, emociones y acciones están alineados. La persona congruente actúa de acuerdo según su propia escala de valores, la cual es una lista en la que se establecen en orden de importancia los valores que cada individuo o grupo social considera correctos como el respeto, la humildad, la tolerancia, la solidaridad, y  muchos otros. Carl Rogers, uno de los principales iniciadores del enfoque humanista en psicología, manifestó que en la sociedad actual se usan las máscaras donde se muestran personalidades idealizadas. Esta actitud se puede convertir en algo patológico. Una persona que tiene una actitud congruente, es una persona sana, debido a que se muestra como es, independientemente de todo factor externo, es decir no usar máscaras en el sentido de ocultar o de ocultarse detrás de otra personalidad que se muestra. La congruencia en política es generalmente considerada una gran virtud. Solo cuando existe congruencia entre el decir y el hacer, se puede transmitir un mensaje político capaz de atraer al electorado. Por ejemplo, si un político afirma que está a favor de los pobres, entonces todas las acciones deben transmitir ese objetivo con suma claridad. La congruencia es, por definición, uno de los atributos de la política y de los profesionales del ejercicio del poder. La congruencia, entre las personas y los actos del gobierno, son los pilares sobre los que se construyen la legitimidad y la gobernabilidad. Es decir, un gobierno que hace realidad lo que promete y que cumple las exigencias sociales, no solo permanece como un gobierno legítimo, sino que garantiza estabilidad que proporciona la gobernabilidad. El escritor Jesus Silva Herzog Marquez (El economista) menciona que el mandatario mexicano ha sido congruente: aviso´ en campaña que cancelaría el aeropuerto de Texcoco, la principal obra de infraestructura de la administración pasada, y cumplió lo que ofreció. Forbes informó, en su momento, las promesas del presidente de México en su discurso de toma de posesión: se acabará la corrupción y la impunidad; se antepondra el beneficio de los pobres sobre los intereses de los grupos de poder; se instaurara´ y mantendrá un auténtico Estado de Derecho; hará que los precios de las gasolinas bajen de precio muy pronto; se compromete a no robar y a no permitir que nadie se aproveche de su cargo o posición para sustraer bienes del erario que impiden el renacimiento de México; transitaremos hacia una verdadera democracia, se acabara la vergonzosa tradición del fraude  electoral, las elecciones serán limpias y transparentes; y, otras promesas más. ¿Ha existido congruencia?. Cala Ismael: «Haz que coincida lo que piensas con lo que dices y haces. Así tendrán sentido tus actos».    Dr. Efrain Regalado Sanchez.



REGALO DE VIDA

María del Carmen Maqueo Garza

En el curso de la semana que termina se conmemoraron 99 años de la primera transfusión sanguínea segura de humano a humano, llevada a cabo por el doctor Luis Agote en Argentina, un 9 de noviembre de 1914.

Como algunos otros temas de nuestra sociedad, la donación de sangre y/o sus derivados es un tema que no acaba de prender bien a bien.  Los donadores ideales, individuos jóvenes y sanos, no parecen externar mayor interés en hacerlo.   Lo primero que viene a mi mente para explicarlo es la falta de cultura médica.  Este grupo de población no posee los recursos para abarcar lo que una emergencia de salud representa, situaciones en que la vida de un paciente pende de un hilo, y la falta de sangre puede llevar a la muerte.

Un segundo elemento podría relacionarse con la escasa familiaridad hacia el tema: Si ninguno de nuestros seres queridos ha necessitado nunca sangre y/o sus derivados, no se ha vivido la angustia que pasan los familiares tratando de conseguir el producto.  Más apremiante todavía cuando el grupo y Rh del paciente son de los poco frecuentes.

Un tercer elemento corresponde al temor ante el procedimiento: Hoy en día la recolección de sangre es realizada por profesionales, con equipo y material estériles.  La aguja que se utiliza es de diámetro un poco mayor que el de las utilizadas para  toma de muestras de laboratorio.  Molesta un poco más, pero para nada es dolor insoportable.

Respetando la normatividad internacional de los Bancos de sangre, el volumen extraído (habitualmente 500 mililitros) es restituido por nuestro propio organismo en un lapso de semanas.

El factor por descarte es la simple indiferencia.  La molicie. Decir “que otros lo hagan”, como una muestra de esa falta de empatía tóxica que nos invade.

Mi llamada de atención nace justo esta semana, cuando, además de la conmemoración  he visto en redes dos mensajes urgentes buscando donadores.   Contrasto este apremio con el escenario ideal:  Si todos los jóvenes hombres y mujeres, entre 18 y 30 años se registraran como donadores altruistas, estas urgencias no existirían.  Lo ideal sería acudir a donar dos o tres veces por año, pero es probable que la capacidad de los Bancos de Sangre del Sector Salud no pueda atenderlos.   Entonces, qué tal si en  los centros de educación media superior y superior, y en los centros de trabajo se norma que existan bases de datos de donadores altruistas. Así todo se facilitaría.

La razón para publicar lo anterior corresponde a dos realidades personales: Años atrás, con motivo de una cirugía de extrema urgencia, requerí de una unidad de sangre O negativo. Hace un año, por hospitalización, me solicitaron una unidad que finalmente no se ocupó.  Quienes tenemos este tipo de sangre sufrimos una gran maldición: No podemos recibir sangre más que de nuestro mismo grupo y Rh.  Por otro lado, somos los donadores universales: Cualquier receptor puede recibir sangre de nuestro tipo.

Sensibilizada por mi formación médica, desde los años de universidad hasta que terminé mi especialidad tuve la oportunidad de donar en una treintena de ocasiones.  Las primeras veces fue en tiempos cuando los donadores recibían retribución.  Convencida de que el dinero invalidaba la  justicia social de donar lo que la naturaleza me obsequiaba, nunca acepté pago.  Más de una vez me tacharon de tonta por no aceptar la retribución, siendo que en ese entonces sí era legal.  Las dos ocasiones cuando yo requerí sangre y hubo corazones altruistas para donarme, sentí que la vida me estaba correspondiendo  lo que yo alguna vez había hecho.

Un buen ejercicio  para nuestros jóvenes: Animarlos a acercarse al Banco de Sangre del Sector Salud para registrarse como donadores voluntarios.   Ejercicio para las escuelas de educación superior: Integrar ficheros de sus alumnos y maestros donadores altruistas. Lo mismo para centros de trabajo de los que, afortunadamente, a la fecha algunos ya lo hacen. Estos son modos de amar a México de la mejor manera: Ofreciendo un regalo de vida.

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  1. CARLOS BRAVO M.             9-11-2023

“EL TERRORISMO ISLÁMICO” 1ª. Parte

El pasado 7 de octubre, en medio de un festival en Israel, llegaron por aire y por tierra, un comando terrorista, que sin más, abrieron fuego contra los asistentes en el parque, dejando muchísimos muertos y heridos, además de haber secuestrado a más de 200 rehenes llevados con violencia a la Franja de Gaza, y después desde Gaza, el grupo Hamas disparó una gran cantidad de misiles hacia Israel, sin mayor motivo que el de crear un nuevo conflicto y hacer que el gobierno israelí, respondiera como hasta ahora lo ha hecho y hacerse las víctimas.

Un conflicto milenario que se inicia, según el Génesis bíblico con la descendencia de Abraham , que siendo estéril su esposa Sarah, ella misma le pide iniciar su descendencia con su esclava egipcia Agar, así nace Ismael y al poco tiempo, Sara queda embarazada y nace Isaac, a quien Abraham le heredaría sus bienes como primogénito del matrimonio, mientras que Agar reclamando ese derecho para Ismael, es expulsada hacia Arabia, así Ismael tiene una gran descendencia árabe que siguen la religión islámica, que después fueran los filisteos. Isaac hereda todo lo de su padre en la tierra de Canaán (hoy Israel), tiene un hijo llamado Jacob que después se nombra Israel y tuvo doce hijos de donde nacen las 12 tribus primarias de Israel. Pasó el tiempo y en Canaán hubo una gran hambruna y emigran a Egipto, donde son esclavizados por 500 años, hasta que Moisés los libera y los lleva tras muchas peripecias en el Éxodo, a la tierra prometida, pero al llegar se encuentran con los hijos de Ismael, los filisteos, iniciándose las primeras luchas entre la descendencia de los dos medios hermanos. En el año 135 DC el emperador romano Adriano, conoce a los filisteos y los nombra palestinos y toda la región es llamada Palestina, donde viven mezclados judíos y palestinos (árabes), para entonces controlados por el imperio Romano

La dominación romana duró hasta la caída del imperio, abandonando las tierras de Judea que pasa a manos del imperio otomano, continuando las discrepancias entre los pueblos judíos y palestinos que compartían las tierras y es hasta 1880, aun bajo en mandato otomano en que convivían cristianos, palestinos y judíos, que se hace la primera Aliyá o migración judía a Palestina, creándose los primeros kibutz o pequeñas colonias o villas judías, que con gran esfuerzo empiezan a hacer productivas las tierras desérticas, cambiando poco a poco el panorama y mejorando sus condiciones socio económicas en comparación con las aldeas palestinas, siendo motivo de nuevos conflictos por apoderarse de esas tierras que dejando de ser improductivas, ahora empezaban a tener agricultura y una ganadería principalmente caprina, pero que dejaba al comercio viajero en segundo plano y mayormente controlada por los palestinos, que aunque tenían organizadas pequeñas colonias, mantenían una actividad menos estable, y nómada.

Con el apoyo de la organización sionista a cargo de el austro húngaro Theodor Herzl, se promovieron más aliyás, incrementando la población judía y la creación de más kibutz productivos que iban cambiando el paisaje desértico por tierras de cultivo autosuficientes………………..Continuará.



La paciencia es una de las mayores virtudes que puede poseer el ser humano, esta nos ayuda a poder discernir con mayor claridad lo que está bien o lo que está mal. Con ella podemos tomar mejores decisiones que después nos aportarán un mayor provecho personal ya sea a nivel económico o moral. Rousseau dijo que la paciencia es amarga, pero  su fruto es dulce. Esta historia budista lo cuenta: Buda y sus alumnos decidieron emprender un viaje durante el que atravesarian diversos territorios y ciudades. Un día en que el sol brillaba con todo su esplendor, divisaron a lo lejos un lago y se detuvieron por la sed. Al llegar, Buda se dirigió a su discípulo más joven e impaciente: Tengo sed. ¿Puedes traerme un poco de agua de ese lago?. El discípulo fue hasta el lago, pero cuando llegó observó que un carro de bueyes comenzaba a atravesarlo y el agua, poco a poco se volvía turbia. Tras esta situación, el discípulo pensó, «No puedo llevarle al maestro esta agua fangosa para beber». Por lo que regresó y le dijo a Buda: el agua está muy fangosa. No creo que podamos beberla. Pasado un tiempo Buda le pidió a su discípulo la misma solicitud. El discípulo así lo hizo y sin embargo el agua seguía sucia y con tono concluyente informó a Buda y le dijo, además, que será mejor que caminemos hasta el pueblo para que sus habitantes  nos den de beber. Buda permaneció allí. Al cabo de un tiempo le pidió al mismo discípulo que regresara el lago y le trajera agua. Fue hasta el lago; eso sí, tenía una actitud furiosa, ya no comprendía porque tenía que volver, si el agua estaba fangosa y no se podía beber. Al llegar observó que el agua tenía buen aspecto y se veía cristalina. Así que cogió un poco  y se la llevó a Buda. Este miró el agua y le dijo al discípulo: ¿Que has hecho para limpiar el agua?. Buda lo miró y explicó: Esperas y lo dejas ser. De esta manera, el barro se asienta por sí solo y tienes agua limpia. ¡Tu mente también es así! Cuando se perturba, solo tienes que dejarla ser. Dale un poco de tiempo. No seas impaciente. Todo lo contrario, se paciente. Encontrará el equilibrio por sí misma. No tienes que hacer ningún esfuerzo para calmarla. Todo pasará si no te aferras. La paciencia es el arte para silenciar la mente. Buda nació en el noreste del subcontinente indio hacia el siglo V a.C. Vio la luz en un clan guerrero llamado Sakya, de ahí que sea conocido como Sakyamuns, «El sabio del clan sakya».  Jorge Bucay, reconocido psicoterapeuta, escribe en Cuentos para pensar  que «A veces me parece que lo que hace que Dios sea omnipotente no es el poder, sino la paciencia infinita que da la inmortalidad. Nosotros, los humanos, en cambio, nos enfrentamos con ese grado de urgencia a la que nos obliga la forzosa conciencia de la finitud». La paciencia es un rasgo de personalidad prudente. La prudencia es la virtud de actuar de forma justa, adecuada y con maduración. Ray A. Davis:»La paciencia no es la espera pasiva. Es la aceptación activa del proceso necesario para obtener tus metas y sueños».      Dr. Efraín Regalado Sanchez


OTIS: LA GRAN OPORTUNIDAD

María del Carmen Maqueo Garza

En las tragedias el tiempo avanza de modo caprichoso.   Las horas no acatan el ritmo natural de su paso, tal vez para brindarnos ocasión  de reflexionar y ponernos a trabajar.

El paso del huracán Otis por el puerto de Acapulco y su fatal destrucción, está por cumplir dos semanas.   Los mexicanos pasamos del azoro a la organización, de modo que  instituciones y sociedad civil, comenzaron a trabajar por la recuperación de dicho punto turístico.   Un fenómeno que se ha presentado y al cual quiero enfocarme en este día es el siguiente: Todos hemos participado como mexicanos por una causa común, al margen de nuestras ideologías.  Se trata de que cada uno de nosotros actúe, en la medida de sus alcances, poniendo su granito de arena para sacar adelante a Acapulco.  Algunos lo han hecho de forma presencial, aportando manos que trabajan en la elaboración de despensas.  Otros han emprendido labores altruistas de limpieza, servicio en comedores comunitarios y atención médica a la población afectada.  Hay quienes han llevado víveres en vehículos particulares; empresarios en la rama gastronómica que ofrecen comidas calientes.  Instituciones financieras y de vivienda que se adecúan a las condiciones económicas de los usuarios, además de las que ofrecen ayuda económica directa.  Compañías de telefonía celular que regalan tiempo aire, y tantas otras más. Sería imposible enunciar todos los apoyos que Acapulco ha venido recibiendo en estas casi dos semanas.  Lo que sí quiero destacar es la forma maravillosa en que se impone el carácter solidario de los mexicanos frente a la necesidad de nuestros hermanos en desgracia.  Cualquier ayuda de cualquier especie cuenta, solo hay que asegurarnos de que nuestros apoyos sean canalizados por vías que los hagan llegar hasta donde corresponde.  Porque, es doloroso decirlo, ya han comenzado a surgir los fraudes en línea solicitando aportaciones económicas para falsos damnificados.

Es una metáfora que espero que no se malinterprete: De alguna manera Otis nos ha brindado la oportunidad de volver a hermanarnos. Después de varios años en que las consignas de fraternidad propuestas en campaña por el gobierno en turno fueron desviándose hacia la polarización, confrontación y calumnia cotidiana, hasta generar un ambiente ríspido  que impide reconocer cualquier mérito a los opositores políticos. Se considera que todas aquellas figuras públicas, comunicadores y simples ciudadanos de a pie que cuestionen el actuar del Estado, son vistos como corruptos, por el simple hecho de exhibir diferencias frente al gobierno oficial, como si fuera delito hacerlo.

Acapulco: Excelente oportunidad para recordar que, en estos momentos es la prioridad.  Se trata de una población calculada en 800,000 habitantes que ha perdido, o la vida, o la tranquilidad, o sus pertenencias, o sus fuentes de trabajo.  Y que en estos 12 a 24 meses que tarde la zona turística en ponerse en pie no habrá mayores ingresos por ese rubro.   Muy importante no permitir que, conforme pasen las semanas se nos desinfle el entusiasmo y nos olvidemos de ellos.   Más allá de las obligadas reasignaciones presupuestales que deban hacerse desde el nivel central y estatal, sigue siendo asunto de todos los mexicanos mantener en nuestros corazones y en nuestros presupuestos familiares, el tema guerrerense.

Gran parte del consumo humano de los hogares, así como del turismo depende de la pesca, y en estos momentos la gran mayoría de las embarcaciones dedicadas a esta actividad económica han sufrido pérdida total, de manera que ambas facetas van a resentir la pérdida y se tendrán que endeudar para hacerse de una nueva embarcación para laborar.   Qué importante la participación de una Secretaría del Trabajo conocedora y dinámica para organizar cooperativas que puedan echar a andar la economía en el corto plazo, mientras los particulares van recuperándose.

Invaluable ha sido el apoyo de la CFE, de Telmex y de las dos grandes compañías de telefonía inalámbrica.  Así como de las fuerzas del orden  que, poco a poco, han contribuido a poner orden en la región.  Tan grave como el fenómeno meteorológico fue la rapiña inicial, agravada por la ausencia total de orden civil o militar que la impidieran.  Aun así, los empresarios están dispuestos a entrarle con todo, a favor del renacimiento de Acapulco.

Las grandes tragedias dejan un dolor profundo, pero a la vez nos proveen de grandes lecciones de vida.  El huracán Otis nos ha permitido recordar que mexicanos somos todos, independientemente de nuestra ideología, y que es de elemental justicia social poner lo mejor de cada uno de nosotros.  Hacerlo a conciencia, desde el silencio, como las buenas cosas de la vida.

¡Que no deje de vivir Acapulco en nuestros corazones!

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CARLOS BRAVO M. 2-11-2023

“NO TENDRÁN SU ALTAR LOS MUERTOS”

Desde el lunes, en el sureste mexicano principalmente, es costumbre poner un altar para recibir a nuestros difuntos durante la festividad de los días de muertos; pequeño o grande, suntuoso o humilde, pero es un lugar adornado por las flores de cempasúchil, de amarillos y aromáticos pétalos, las veladoras encendidas que iluminarán el camino a las almas que del más allá vienen a visitarnos y compartir con ellas, las delicias gastronómicas de cada región, sin faltar los tamales, el pan, el aguay la sal, dulces y fruta para los niños, una copa de alguna bebida fuerte, quizá un cigarro y diversos platillos de acuerdo al gusto y la posibilidad de los que con cariño y recuerdos colocan la ofrenda. Nada de Halloween o fiesta de brujas, pues es una celebración anglosajona que nada tiene que ver con nuestras tradiciones.

Pero en Guerrero, particularmente en Acapulco, Coyuca y zonas aledañas, no habrá altares, tampoco ofrendas ni el ambiente místico que envuelve estos días, por el contrario, continuarán la búsqueda de personas desaparecidas, seguramente ya muertas tanto en tierra como en el mar, lejos de las viandas de las ofrendas, habrá hambre y sed, el ruego por algo que llevarse a la boca para mitigar, aunque sea un poco, el vacío del estómago, mientras las lágrimas escurren por el rostro al ver sus hogares destruidos, perdidos sus empleos junto con la esperanza de salir adelante en corto plazo.

Un terrible huracán, llamado Otis, azotó las costas del estado, con una fuerza indomable e insospechada por la población, dado que a pesar de que los centros meteorológicos tanto de Estados Unidos como nacional, pronosticaron con antelación que lo que pareciera una tormenta tropical en el océano Pacífico, se convertiría en huracán de la máxima categoría y que tocaría tierra muy cerca del puerto de Acapulco, advertencia que no fue tomada en cuenta por el gobierno federal ni estatal, dejando de advertir a la población sobre el peligro inminente ni movilizando a las fuerzas armadas para controlar en lo posible la contingencia con su plan DNIII. Así llegó el desastre que tomo por sorpresa a la gente, sin tener refugios preparados, provisiones ni resguardo de papeles importantes. A algunos lo sorprendió dormidos, otros en la calle en ese puerto que en tiempos normales tiene vida las 24 hrs. La devastación fue total, hoteles de todo tipo, viviendas, las casitas de las colonias pobres y todo fue destruido por vientos veloces que no dejaron nada en pie a su paso. La desesperación debe haber sido angustiante y la mala organización del gobierno, ha retardado la ayuda que apenas tras una semana, empieza a llegar. Las donaciones de la ciudadanía, confiscadas en Chilpancingo para empaquetarlas con letreros de Gobierno de México, los soldados y guardia militar, soberbios, prepotentes y en algunos casos saqueadores. La gobernadora y la presidenta municipal, ausentes con toda su camarilla y el ejecutivo tomando a la ligera la tragedia. Aun no se sabe la realidad que cuantos perdieron la vida, su patrimonio, pero si todos se quedaron sin esperanza. Hoy no habrá altar ni ofrenda para ellos, sólo desesperanza.



ACAPULCO: RAYOS X

Los habitantes del tercer milenio transitamos de pasmo en pasmo.  Cuando no son  incendios forestales monumentales, son desastres generados por el agua, como recién sucedió a lo largo de la Costa Grande de Guerrero en nuestro país.  Una tormenta tropical cuyo comportamiento se previó por especialistas norteamericanos con 21 horas de anticipación se convirtió en huracán. La alerta, hasta donde se sabe en este momento, fue nota desestimada por el Estado Mexicano, con las consecuencias terribles que hoy estamos viviendo.  Tomó por sorpresa a oriundos y visitantes. Las primeras horas después de lo ocurrido resultó imposible toda comunicación; conforme empezaron a fluir las imágenes hemos visto escenarios que, de entrada, se antojan fuera de toda realidad.  No nos explicamos cómo fue que un meteoro arrasó con tal cantidad de elementos naturales, bienes inmuebles y muebles, en un par de horas.  Hasta el momento se habla de menos de treinta muertos, aunque esta cifra es poco compatible con la magnitud del meteoro, además de que se lleva a cabo cuando hay fallas severas de comunicación, y aún no incluye las zonas rurales afectadas por el huracán.

Por una u otra razón, en el corazón de los mexicanos Acapulco ha ocupado un lugar especial.  En los años cincuenta se convirtió en la playa de moda que visitaban grandes personajes de talla internacional.  Uno muy famoso fue Johnny Weissmüller, deportista y actor norteamericano, el primer Tarzán cinematográfico de la industria hollywoodense.  Él vivió parte de su vida  y murió en este puerto del Pacífico.  Por ahí se narra también una estancia romántica de Elizabeth Taylor y Richard Burton, que ocupó titulares de diversos tabloides de circulación nacional.   Mi primer contacto con esta costa está más allá de mi memoria: tenía dos años de edad  y viajé  en compañía de mis papás y mi abuela materna.  Conociendo a mi papá, debe haber sido un viaje en un solo tiempo, desde Torreón hasta Acapulco. En ese entonces  no existían las supercarreteras; desconozco con exactitud cuántas horas habrá durado el trayecto, supongo unas veinte. Además de que habrá sido en algún carro prestado, pues en ese tiempo mi familia no tenía un vehículo propio. Hay una fotografía en la que aparezco en la playa en brazos de mi padre, así como un óleo que pintó mi abuela materna donde estoy sobre la arena, provista de una tina y una palita de juguete.

Quiero imaginar que, como estos mis recuerdos entrañables, cada mexicano tendrá sus propias memorias de ese mar con los atardeceres más bellos, que hicieron al poeta de la canción, Agustín Lara, escribir para su amada María Félix aquello de “Acuérdate de Acapulco/de aquellas noches/María bonita/María del alma…”

Es doloroso comenzar a ver esas imágenes que sugieren una devastación total; lamentable no visualizar fuerzas del orden en ninguno de los planeos hechos por las cámaras.  No dudo que los elementos hayan andado atendiendo otras zonas afectadas; ello no resta nada a la sensación de impotencia frente a las tomas de video de la mayor rapiña de la que  tenga memoria.  Grupos de ciudadanos literalmente vaciando de electrodomésticos y ropa de marca los grandes almacenes con total calma, como si supieran que ninguna autoridad se los va a impedir.  No vimos mayor presencia de la gobernadora Salgado, más allá de una imagen aparentemente tomada durante la madrugada del viernes 27.  El Presidente López Obrador viajó por carretera de manera accidentada la tarde del jueves 26.  Alcanzó a llegar a la Estación Naval para una reunión de emergencia, y de ahí regresó a Palacio Nacional, para atender sus eventos mañaneros del viernes. Según señaló en esa conferencia  él ya no regresará a Guerrero, dejando el manejo de la urgencia en manos de sus secretarios.

No alcanzo a concebir los costos que tendrá la reconstrucción, limpieza y rehabilitación de la zona turística, cuando alcanzamos a ver edificios que, en su estado actual, parecieran construidos de madera y papel.  Además de las pérdidas millonarias que vayan a registrar los empresarios por la descarada rapiña de propios y extraños.  Esas escenas me traen a la memoria el refrán popular que reza: “La ocasión hace al ladrón”, o bien el que dice: “De que me lo lleve yo, a que se lo lleve mi compadre, me lo llevo yo”. Podemos afirmar que esta actitud tiene mucho que ver con la política de los abrazos, que no ha hecho más que disparar la criminalidad en gran parte del territorio nacional.

Acapulco hoy es una radiografía que revela las grandes fallas de un sistema más ocupado por los índices de  popularidad que por la resolución puntual de  problemas. Que, con el discurso anticorrupción, quitó los fondos de apoyo urgentes para estos casos.

Al costo económico habrá que añadir el político. Al tiempo.

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COMO UN ESPEJO

María del Carmen Maqueo Garza

Las almas tenían miedo y espiaban por un resquicio, la rota eternidad.

Marosa di Giorgio

Solo es a través del tiempo, como entendemos que la humanidad avanza por etapas.  Partimos de las primeras civilizaciones de  la Prehistoria, como recolectores y cazadores.  Más delante viene la antigüedad, desde Mesopotamia y  Egipto, para  llegar a los Griegos, seguidos  del Imperio Romano.   Esa primera etapa avanza progresivamente hacia la Edad Media y el Renacimiento, y posteriormente al Barroco, etapa con la que nos sentimos más identificados los habitantes del Tercer Milenio.  Entre ese tiempo y el actual se siguieron movimientos revolucionarios grandes y pequeños alrededor del mundo que, pese a los avances científicos y tecnológicos modernos, no han cesado.

Haciendo alusión al epígrafe de la escritora uruguaya, pareciera que los tiempos que atravesamos nos van envolviendo más en esa sensación de  rota eternidad que a ratos hallamos irrespirable.   Como si las ambiciones del ser humano sobre el planeta tuvieran tal urgencia, que nos volviéramos capaces de cualquier cosa, con tal de conseguir más y más elementos en el plano material.   Vemos figuras de autoridad propuestas a ampliar su poder, a perpetuarlo, a cualquier precio.  Los intereses políticos pasan por encima del valor de la vida y la familia, y las faltas de cálculo en la estrategia causan pérdidas humanas, como parece ser el caso en el hospital recién bombardeado hace días en Gaza.   El sufrimiento que atraviesan los afectados y los deudos se convierte en cifras en el papel y luego se archiva, como si convertido en estadísticas perdiera su gravedad.

Escenas similares se han vivido a raíz de la invasión rusa a Ucrania; en varios países centroamericanos y del Cono Sur, y ahora en México, donde hay regiones controladas por el crimen organizado, con su cuota diaria de homicidios dolosos.

Tenemos, pues, que preguntarnos qué  sombras vienen poblando nuestros corazones para actuar, unos con absoluta crueldad, otros con total indiferencia frente a lo que ocurre.  Qué nos ha llevado como humanidad a este marasmo espiritual de cara a las grandes tragedias humanas que se viven día a día.  Cada uno tiene todo el derecho a hacer su personal lectura de la realidad.  La mía  inicia con el aislamiento: Por causas socio económicas la familia pasa la mayor parte del día fragmentada, en el mejor de los casos conviviendo para funciones elementales como comer y dormir.  En muchos otros casos ni siquiera en estos momentos.  Los horarios y las distancias exigen estar fuera de casa la mayor parte del día.   Afortunadas las familias que se proponen ratos de convivencia activa para hablar y ser escuchados; para compartir y crecer.

Un elemento que señalan los modernos estudiosos como factor predisponente para las conductas violentas es la falta de contacto con la naturaleza.  La urbanización tiende a la construcción de casas con poco o ningún espacio para sembrar en el predio familiar.  Afortunadamente existen sitios públicos que  suplen esta función de acceso a la naturaleza, pero no todas las familias los aprovechan.  Un elemento adicional, que nos sustrae de forma significativa de la vida más allá de nuestro espacio vital es el uso de la tecnología digital.  Hay un estudio interesante publicado por la UNICEF en el 2017 que habla sobre niños en un mundo de tecnología digital. Dentro de los daños que el estudio señala se incluyen los que tienen que ver con asuntos de pornografía infantil y ciberacoso, fundamentalmente.  Solo se menciona de manera superficial lo que ahora, sobre todo después de la pandemia, se ha desarrollado en niños usuarios de Internet: Depresión y ansiedad.

El papel que juegan los amigos en el desarrollo emocional de niños y jóvenes resulta fundamental.   El que un menor sienta que el grupo lo acepta y lo acoge, contribuye en mucho  al desarrollo de su inteligencia emocional.  De alguna forma, el acompañamiento que la familia no puede hacer en forma efectiva  llega a ser cubierta por el grupo de amigos.   De otra manera el chico puede percibir que está solo en el mundo, sensación que genera emociones negativas que explotarán tarde o temprano.

Como ciudadanos del mundo es deber de todos asomarnos a los conflictos de nuestros tiempos, para tratar de entender el germen de estos.  Descubrir qué elementos mueven a sus personajes a actuar de una u otra forma, qué los lleva a poner sus propios intereses por encima del bienestar colectivo, el respeto a sus semejantes y la paz.  Luego revisemos nuestras propias motivaciones, nuestros recursos para analizar, por una parte, qué de lo propio exacerba el conflicto, y por la otra qué puedo hacer para apagarlo.

El mundo allá afuera es un fiel espejo del propio corazón.  No lo olvidemos.

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TODOS SOMOS UNO

María del Carmen Maqueo Garza

Una era construye ciudades. Una hora las destruye. Séneca

En su columna publicada en El Economista del pasado miércoles 11, Eduardo Ruiz Healy lanza una aseveración muy preocupante: La humanidad ha vivido en paz solamente 268 de los últimos 3,400 años.

Entendemos que los movimientos de la humanidad a través del tiempo son dinámicos.  Nada se queda estático desde su nacimiento.  Sucede con los individuos, sucede con las relaciones interpersonales; con los sistemas de gobierno, y finalmente por épocas.  A través del tiempo las estructuras sociopolíticas se moldean conforme a las necesidades o los objetivos  de la civilización en  turno.  El siglo veinte estuvo marcado por dos grandes guerras que pusieron en jaque al planeta entero; hubo además conflictos bélicos en diversos puntos del orbe que se circunscribieron a países o regiones en concreto.  En todos estos años, me atrevo a afirmar, no habíamos vuelto a sentir una amenaza global como ha sido en los últimos veinte meses, en dos puntos geográficos de oriente: La frontera entre Rusia y Ucrania en donde la invasión del primer país sobre el segundo, y la forma en que grandes potencias se han alineado con uno u otro, nos hace sentirnos vulnerables.  Ahora el ataque del grupo terrorista Hamas en contra de población civil en Israel, en una ofensiva de lo más cruenta.   Hay muchos elementos como escenario de fondo para tratar de explicar la razón por la que el grupo armado decidió sembrar terror en un país que, pese a su división interna, ha logrado grandes progresos en diversos campos de la ciencia y la tecnología. Israel contraataca afectando, de su parte, población civil asentada en la Franja de Gaza.

En alusión a su obra publicada en el 2016: “El pintor de batallas”, Arturo Pérez Reverte dibuja las memorias de sus años como corresponsal de guerra y señala de forma tajante que la guerra es el estado normal del hombre, una condición que se queda grabada en las pupilas de quienes la han vivido en forma directa, más aún que lo que pudo observar tras el lente de la cámara durante sus reportajes.  Me resuena al asociarlo con esta frase de Ruiz Healy con la que inicié la colaboración: ¿Será entonces que estamos destinados a respirar humos de guerra hasta el último instante de nuestra vida?

En la Franja de Gaza se han quedado atrapados poco más de un millón de seres humanos a los que no se les permite salir de dicho territorio, ni recibir atención humanitaria básica.  Israel ha dado un plazo de 24 horas para abandonar  esa región antes de atacar por tierra. Hasta el momento en que esto escribo, las organizaciones mundiales como la ONU, la OMS, MSF o la Cruz Roja buscan diseñar una estrategia para poner a salvo a esa población del inminente ataque israelí. Para cuando esto se publique ya habrá pasado el plazo.  Esperemos que se haya  logrado un acuerdo vital.

Parafraseando aquello de que la salud no es solamente la ausencia de enfermedad, sino un estado de bienestar físico, mental y social, podemos decir que la paz no es únicamente la ausencia de guerra, sino la concordia espiritual, interpersonal y entre naciones.  La paz que a ratos percibimos tan en riesgo en estos momentos, ha dejado de habitarnos en muchos sentidos.  Vivimos en conflicto con nosotros mismos, con nuestro pasado, con nuestras decisiones.  Culpamos a otros antes de mirarnos en el espejo buscando responsables.  Resulta más sencillo atacar que investigar; denostar que animarnos a reconocer los logros ajenos.  Nuestros corazones se han ido llenando de falta de paz que fácilmente desborda y contamina.  Y lo peor, aparte de enfermarnos, se torna contagiosa para los demás.

Lo que pasa del otro lado del mundo guarda relación con lo nuestro.  Hay infinidad de hilos conductores que nos hermanan, de manera que lo que padecen unos, afecta también a los otros.   En estos momentos el foco está puesto en Oriente Medio, en países cuyas familias sufren pérdidas y dolor; falta de cobertura de necesidades básicas y grandes penas.  Abonemos desde acá a apoyar mediante oraciones, donaciones y –-muy importante—una revisión de nuestro propio estado interno: ¿Cómo andamos? ¿Qué estamos dispuestos a empeñar a favor de la paz en nuestro entorno?  Viene a mi mente aquella sentencia que dice que hasta la agitación de una hoja en un árbol es capaz de cambiar al mundo.  Entonces, ¿cuánto más podrán lograr esas vibraciones positivas emitidas por muchos? Cada uno desde sus propias convicciones y modos de conectarse, pero todos apoyando a quienes más necesitan de nuestra solidaridad.

Veamos esta guerra en curso como ocasión para trabajar a favor de la paz.   Comencemos por lo propio, lo cercano, lo accesible, y entre más seres humanos nos convenzamos de hacerlo, el mundo se irá transformando.

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