“NO TENDRÁN SU ALTAR LOS MUERTOS”, CARLOS BRAVO M.

CARLOS BRAVO M. 2-11-2023

“NO TENDRÁN SU ALTAR LOS MUERTOS”

Desde el lunes, en el sureste mexicano principalmente, es costumbre poner un altar para recibir a nuestros difuntos durante la festividad de los días de muertos; pequeño o grande, suntuoso o humilde, pero es un lugar adornado por las flores de cempasúchil, de amarillos y aromáticos pétalos, las veladoras encendidas que iluminarán el camino a las almas que del más allá vienen a visitarnos y compartir con ellas, las delicias gastronómicas de cada región, sin faltar los tamales, el pan, el aguay la sal, dulces y fruta para los niños, una copa de alguna bebida fuerte, quizá un cigarro y diversos platillos de acuerdo al gusto y la posibilidad de los que con cariño y recuerdos colocan la ofrenda. Nada de Halloween o fiesta de brujas, pues es una celebración anglosajona que nada tiene que ver con nuestras tradiciones.

Pero en Guerrero, particularmente en Acapulco, Coyuca y zonas aledañas, no habrá altares, tampoco ofrendas ni el ambiente místico que envuelve estos días, por el contrario, continuarán la búsqueda de personas desaparecidas, seguramente ya muertas tanto en tierra como en el mar, lejos de las viandas de las ofrendas, habrá hambre y sed, el ruego por algo que llevarse a la boca para mitigar, aunque sea un poco, el vacío del estómago, mientras las lágrimas escurren por el rostro al ver sus hogares destruidos, perdidos sus empleos junto con la esperanza de salir adelante en corto plazo.

Un terrible huracán, llamado Otis, azotó las costas del estado, con una fuerza indomable e insospechada por la población, dado que a pesar de que los centros meteorológicos tanto de Estados Unidos como nacional, pronosticaron con antelación que lo que pareciera una tormenta tropical en el océano Pacífico, se convertiría en huracán de la máxima categoría y que tocaría tierra muy cerca del puerto de Acapulco, advertencia que no fue tomada en cuenta por el gobierno federal ni estatal, dejando de advertir a la población sobre el peligro inminente ni movilizando a las fuerzas armadas para controlar en lo posible la contingencia con su plan DNIII. Así llegó el desastre que tomo por sorpresa a la gente, sin tener refugios preparados, provisiones ni resguardo de papeles importantes. A algunos lo sorprendió dormidos, otros en la calle en ese puerto que en tiempos normales tiene vida las 24 hrs. La devastación fue total, hoteles de todo tipo, viviendas, las casitas de las colonias pobres y todo fue destruido por vientos veloces que no dejaron nada en pie a su paso. La desesperación debe haber sido angustiante y la mala organización del gobierno, ha retardado la ayuda que apenas tras una semana, empieza a llegar. Las donaciones de la ciudadanía, confiscadas en Chilpancingo para empaquetarlas con letreros de Gobierno de México, los soldados y guardia militar, soberbios, prepotentes y en algunos casos saqueadores. La gobernadora y la presidenta municipal, ausentes con toda su camarilla y el ejecutivo tomando a la ligera la tragedia. Aun no se sabe la realidad que cuantos perdieron la vida, su patrimonio, pero si todos se quedaron sin esperanza. Hoy no habrá altar ni ofrenda para ellos, sólo desesperanza.