Cuando la muerte nos trastoca el alma. Dr. Raul Hector Campa

Cuando la muerte nos trastoca el alma.

La muerte es una vida vivida.

La vida es una muerte que viene.

Jorge Luís Borges. Escritor, poeta, ensayista y traductor.

(B. Aires, Argentina.24 de agosto1899-Ginebra, Suiza.14 de jun.1895)

Dr. Raúl Héctor Campa García. 2 de septiembre de 2024.

El 16 de marzo del 2022 se publicó el artículo en Infocajeme.com: “Cuando la muerte ronda el huerto de la vida”, donde especialmente, hago referencia de que lo seres humanos a través de los tiempos hemos aceptado con naturalidad la muerte, pero la muerte del otro, del prójimo lejano, pero poco se acepta la muerte de quien estamos ligados afectivamente: familiares, padres, hermanos, hijos, queridos amigos, etcétera, incluso, ni pensar en la muerte de uno mismo, aun cuando sea por enfermedad natural. (Hasta aquí la introducción parcialmente modificada de ese artículo).

            Cierto es que muchos adultos, me incluyo, pensamos en nuestra muerte aceptándola como es, un proceso natural que pronto nos llegará (queramos o no), porque cómo bien dice un buen amigo (hereje, por cierto, o mejor dicho escéptico): “A todos nos va a cargar la chi… con el favor de Dios.

           Lo mejor que le puede pasar a un ser humano, quizás y dependiendo de sus circunstancias, es morir en la edad de adulto mayor. No hay una edad para morir, porque al decir de los cristianos: “los designios de Dios, no los puede cambiar el hombre”. (Los seres humanos).

Los que somos padres de familia, desearíamos morir antes que nuestros hijos, aunque las circunstancia de las muertes de nuestros seres queridos, son inexorables. Porque los seres humanos, desde que hemos sido concebidos no estuvimos exentos de morir antes o después del nacer o en el transcurso de nuestra existencia por: enfermedades, accidentes o ser victimas de la creciente violencia que permea en el mundo por guerras y, en especial en nuestro país por la delincuencia organizada o no.

“La muerte solo se presenta una vez, pero se anuncia en todos los momentos de la vida; es más cruel temerla que sufrirla”. Jean de la Bruyere.

Filósofo, escritor y moralista francés. 1645-1696.

La muerte de los seres humanos es el infranqueable final (nadie se salva); pero la muerte duele a quien la presencia y más cuando es una persona cercana a uno.

En meses pasados han fallecido por diferentes circunstancias personas muy estimadas.

Manuel de 40 años, profesionista, buen hijo, excelente padre de familia, esposo, en general hombre de bien, muy trabajador y honesto, creyente de su religión cristiana, congruente en su decir y en hacer, que, en unión con su querida esposa estaban formando a sus pequeños hijos en una honorable familia. Desgraciadamente muere baleado por unos desconocidos, sin conocerse los motivos del asesinato.

Isaías, un niño huérfano de padre a edad temprana (menor de 2 años), a pesar de los cuidados de su madre y de algunos de sus tíos y abuelos, desde joven desvió su vida y nunca el pobre muchacho pudo corregir su camino, mal influenciado por compartir su vida con gente de baja calaña. Fueron en vano el esfuerzo de sus familiares que intentaban enderezar su camino por la vida. Por un par de semanas no se supo de su “paradero”. Un familiar presintió la tragedia días antes de su muerte. Tenía 40 años. Fue encontrado por las madres buscadoras, semienterrado. Un joven que por las circunstancias de la vida convivió en un medio ambiente inapropiado que le fue adverso para una sana vida.

Don Carlos, adulto mayor, médico pediatra y cirujano pediatra (cursó las dos especialidades), fue el primer cirujano de niños en Cajeme y el segundo en todo el estado, un reconocido y excelente médico, esposo y padre de familia, miembro fundador del Colegio de Pediatras de Ciudad Obregón, afiliado al Colegio de Pediatras del Estado de Sonora, perteneció a diferentes asociaciones médicas y colegios de su especialidad. Tambien incursionó en la política tanto sindicalista (IMSS), como en la partidista; fue un ameno y gran conversador. Murió de avanzada edad y satisfecho por lo que realizó en la vida.

Alberto, un joven médico hijo de un querido amigo pediatra Infectólogo (mi querido Chato, compañero de Residencia), falleció en plena juventud, dejando trunco su promisorio futuro como profesionista. Una complicación postquirúrgica fue la posible causa de su muerte a la edad de 31 años, dejando en una (deseo), “pasajera” pero difícil desolación a sus queridos padres (Antonio y Gely).

Luís Edel, hijo de otro estimado y querido matrimonio; su padre médico cirujano pediatra, y su madre, una querida ex compañera de trabajo. Luís de 35 años, nació con una enfermedad genética, llamada distrofia muscular de Duchenne, que se le manifestó en la niñez (pasada la primera infancia), al inicio por dificultad para ponerse de pie por la debilidad de los músculos de la pelvis, una debilidad muscular progresiva, e igual debilidad de los reflejos tendinosos. Con la ayuda médica y con el amoroso cuidado de sus padres durante su vida, ayudándolo con la fisioterapia y otorgarle todos los medios disponible para ofrecerle una calidad de vida, con un inagotable amor filiar infinito. Recuerdo las ocasiones que veía a Luís Edel montado en una bicicleta, pedaleando bajo el cuidado de su padre, como parte de la fisioterapia que recibía Luís. Un joven que, a pesar de su incurable enfermedad, sentía amor por la vida, el amor de sus padres y hermanos. El, a pesar de sus circunstancias tan adversas logró graduarse de una carrera universitaria, gracias a ese espíritu de lucha, que siempre lo caracterizó.

A diferentes edades y diferentes circunstancias se presentan éstas sentidas muertes, las más inesperadas fueron las de los 4 jóvenes adultos, que han dejado en sus padres un gran dolor que ni el tiempo lo pueden mitigar. Tal vez los gratos recuerdos, solo atenuarán ese enorme pesar.

La muerte a cualquier edad causa un eterno dolor en el alma, pero es más grande cuando los padres les toca vivir la muerte de sus hijos.

“Qué injusta, qué maldita, qué cabrona la muerte que no nos mata a nosotros sino a los que más amamos. Carlos Fuentes. Escritor mexicano nacido en Ciudad de Panamá 1928-CdMex. 2012.

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