LEER ES GANAR-GANAR, María del Carmen Maqueo Garza

LEER ES GANAR-GANAR

María del Carmen Maqueo Garza

A lo largo de la semana formé parte de una experiencia muy enriquecedora.  Conectamos en forma remota a un autor con un público adolescente a través de una videoconferencia.   Él, originario de Sonora, en tránsito hacia la ciudad de Xalapa, Veracruz para participar en la feria del libro de esa ciudad.  Ellos reunidos en el Museo de la Frontera en Piedras Negras. El libro protagonista de la tarde es: “Comala y otros relatos” de Carlos René Padilla, publicado dentro de la colección “Vientos del pueblo” del FCE.

En todo este proceso yo fui solamente un enlace entre las partes, lo que me proveyó de una tarde muy amena en la cual los estudiantes de secundaria, que forman parte de círculos de lectura en sus respectivos planteles, acudieron al Museo en compañía de sus mentores.  Para ese momento ellos habían leído el libro y llevaban diversas preguntas que formularon al autor, tanto acerca de la trama, los temas que toca su obra y la forma de escribir los tres cuentos que integran el libro.   Carlos René, que tiene gran facilidad para conectarse con el público joven, inmediatamente hizo clic con ellos y el tiempo asignado al ejercicio se pasó casi sin sentirlo.  Los jovencitos se retiraron del evento con la experiencia de haber interactuado, tal vez por primera vez en su vida, con un escritor reconocido.

En estos tiempos todos percibimos la problemática que se cierne sobre nuestros jóvenes.  Por diversas causas que tal vez apenas comenzamos a dilucidar, ellos se sienten muy solos.  Lo que tienen más a la mano para ocupar ese espacio vacío es su teléfono inteligente, que, dicho sea de paso, más que amainar esa sensación la profundiza.  A través de las redes sociales el chico está comparándose con modelos que nos vende el Internet.  Se nos olvida que, en buena medida, esas figuras y esas vidas que se publican están más que editadas.  En el fondo no son lo que aparentan ser, pero quien las ve de este lado de la pantalla, más que percatarse de que no empatan con la realidad, se deja llevar por las imágenes fantásticas, frente a las cuales se siente empequeñecido.

En esa burbuja digital se generan conexiones en un plano muy superficial, que poco o nada tiene que ver con el encuentro humano fuera de pantalla, a través del cual dos personas que para nada son perfectas se encuentran, se aceptan y deciden compartir un tiempo juntas.   Ese salir de uno mismo para abordar al otro con el propósito de conocerlo, aceptarlo y tratar de comprenderlo desde sus propias circunstancias, es lo que se denomina “otredad”.

El libro constituye un excelente vehículo para el desarrollo de la otredad.  A través de las historias escritas, yo como lector consigo introducirme en una vida a la que, en el mundo real tal vez no podría acceder, o no me apetecería conocer.   Una historia en el papel es capaz de presentarme a un personaje que no coincide con mi ideal de persona, pero que se me presenta de tal modo, que hasta llego a simpatizar con él.  Ello me permite congraciarme con identidades que, de otro modo, no habría tenido inquietud por conocer en la vida real.

Leer es adentrarnos en esas historias que, de otra manera, estarían alejadas de nuestra esfera personal.   Desentrañar sus motivos hasta comprenderlos, y no ser tan duros para juzgar una conducta de otros que no se parece a la nuestra.

Por diversas razones, llámense culturales, económicas o sociales, el libro no goza en México de la popularidad que tiene en otros países.   Solemos considerar la lectura como una imposición escolar, como una pérdida de tiempo o un acto de aburrimiento.  Ello ocurre porque no se nos ha presentado el libro como un recurso maravilloso de enriquecimiento cultural y personal, una forma de abordaje hacia tiempos y lugares que poco conocemos, y, lo más importante, como un gran amigo que, si le permitimos hacerlo, habrá de acompañarnos toda la vida.

Sembrar entre niños y jóvenes el gusto por la lectura, es facilitarles abarcar el mundo y la historia con otros ojos, a través de una mirada que favorezca su propia trascendencia.  Es permitirles entender que lo diferente no es necesariamente malo, y que en este mundo hay mil formas de tomar café.

Felicito a los maestros que animaron a los jóvenes de sus círculos de lectura a adquirir y leer el libro, y a formular sus preguntas para el autor.  Agradezco a la SEC región norte y a la librería Educal de esta frontera su apoyo para llevar a cabo el encuentro.  Y agradezco al FCE el afán de generar libros a un costo muy reducido, para favorecer la lectura para todos.  Y por supuesto, agradezco a Carlos René, el autor, la literatura inteligente y sensibilizadora que su narrativa nos regala.

Sin lugar a duda, este fue un evento de “ganar-ganar” para todos.

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