La «cultura» de los balazos. Dr. Raúl Héctor Campa García
La «cultura» de los balazos. Con los mejores deseos, para que está nefasta «cultura» se termine, porque es parte «disfrazada», de la cultura de la muerte. La sociedad, la ciudadanía no deseamos vivir, los «déjà vu» de años pasados, ante la «pasividad» contemplativa de los gobiernos, anteriores y actuales, ante los actos violentos que están ensangrentando al país. Los políticos, para conseguir sus fines personales o de grupos, NO deben de sacrificar, ni polarizar a los ciudadanos. La ciudadanía debemos actuar en consecuencia, con responsabilidad cívica. Por esto, y mucho más, en las elecciones del 2024: Votemos con el razonamiento y no con la emoción, ni por intereses indignantes y mezquinos de políticos. Votemos en libertad. (El artículo que a continuación sigue, lo escribí hace 6 años. No ha cambiado nada -espero que los próximos años, si cambie. No hay paz social, ni política). Deseo que este 2024 y, los años por venir, sean de paz, salud, armonía y amor. Seamos felices en familia … casi no cuesta, es a voluntad propia. Les abrazo. LA “CULTURA” DE LOS BALAZOS Dr. Raúl Héctor Campa García. 5 de enero 2018. La Cultura, del latín cultus, se define, o refiere al cultivo del espíritu humano y de las facultades intelectuales del hombre (el ser humano, por aquellos de la equidad de “género” –cosa-). Aunque la definición de cultura ha ido cambiando a través de la historia, pero siempre ha estado asociada a la civilización y al progreso. Pero también es la idiosincrasia de los pueblos, lo que caracteriza a una nación, a una comunidad, e incluso lo que a las costumbres se refiere, sus tradiciones dentro de las comunidades: festejos, comida, vestido y el comportamiento general de sus pobladores. Frecuentemente la cultura, se confunde o se entiende, por las tradicionales costumbres de una población. Desde el punto de vista de la civilidad y progreso, es el cultivo del espíritu y del desarrollo de nuestras facultades intelectuales; un pueblo con este tipo de cultura, puede ser menos corrupto. Las tentaciones a la ostentación, la enajenación por tener lo que no se puede, el glamour y una vida del falsos oropeles, es frecuente en la esencia del ser humano. Algunos sucumben ante esto, en especial los jóvenes, y con cierta proporción los adultos. En cuanto a la ancestral costumbre del recibimiento de los años nuevos, y en la “irresponsable alegría” de celebrar con disparos al aire con armas de distintos calibres, nunca se ha controlado en nuestro país y en otros. A pesar de las tragedias que cada nuevo año se han documentado, con heridos y muertos como consecuencias de las balas perdidas. Hemos sido testigos, como médicos, de esto; como al disparar al aire, el regreso por gravedad de las balas, perforan no solo cráneos humanos, toldos de carros y techos de láminas de portales, con riego de herir o matar a sus ocupantes. En más de veinte años, que he ido a recibir los años nuevos, a la Ciudad de Culiacán, nunca como ahora me había tocado escuchar tantas balaceras y los truenos de tantos cuetes (o cohetes) y en tantas horas después del primer minuto de recibir el año nuevo. “La cultura” de disparos al aire, duró poco más del amanecer, en esta singular Ciudad donde la honorabilidad y el recato responsable conviven con ciertas acciones irresponsables e ilícitas y de una cobarde tolerancia de las autoridades. El “tableteo” de metralletas, y pistolas de alto calibre fue el común denominador. Increíblemente los encargados de la seguridad, declararon (en el trascurso del 1 de enero de 2018), que no se actuó en consecuencias, ya que “no tuvieron reportes” de estos hechos, cuando en casi todas las colonias o barrios, no faltaron quienes, con ostentosa impunidad sacaron a relucir y usar sus armas; algunas reglamentarias, solo para el ejército. Poco se observó el recorrido de la autoridad, para no decir nulo, a esas horas. Tales hechos, semejaban zonas de combates del medio oriente. A estos riesgos se agregan, aunque ahora menos que años pasados, los famosos globos de Cantolla (globos aerostáticos, supuestamente invento de un mexicano: Joaquín de la Cantolla y Rico, escrito con LL y no Y, otros reportes apuntan que son ¿de una región de China, Cantoya? No encontré esa Región o no existe) que se elevan con aire caliente, que han ocasionado algunos incendios de viviendas, así como los cuetes de juegos pirotécnicos han dejado personas lesionadas de gravedad, por el uso irresponsable de estos artefactos manufacturados con pólvora. Ciudad Obregón, no es la excepción, de está “cultura de los balazos y de la muerte”, el año 2017, cerró con 208 asesinatos (agrego: y todos los años que siguieron hasta el cierre del 2023, no han sido la excepción, los asesinatos, secuestros y desaparecidos, van a la alta). La cultura de la muerte se induce, también por el uso de las armas. Un dicho antiguo menciona, que cuando se porta una pistola u otra arma, “es para usarla y no traerla de adorno”. Una manera de perder el respeto a la vida humana. Así, tenemos noticias, de seres masacrados, mutilados, que en grotescas imágenes o videos envían gente sin escrúpulos, que han aumentados los índices delictivos en el país, donde permea la inseguridad a tal modo que parte de la ciudadanía es obligada a portar armas, para su defensa. Al final a estos ciudadanos, le sale“ más caro el caldo que las albóndigas”, al hacer uso de ellas – en su defensa- porque tal parece, se respeta más los derechos humanos de los delincuentes, que de un honrado ciudadano. Quizás cuando a estos individuos les toca sufrir en carne propia o de un familiar, entenderán su aferrada irresponsabilidad repetitiva cada principio de año. La responsabilidad de acabar con esta cultura, es en ambos sentidos, sociedad civil y una autoridad responsable en todos los niveles de gobierno. En estos últimos recae una enérgica vigilancia, y la sociedad civil, la familia, los centros educativos, tenemos que colaborar en estas acciones. Cuando se pierde el respeto a la vida humana, que inicia desde la concepción del ser humano con la práctica de abortos (provocados o inducidos, en un embarazo normal), y después poner en riesgo la vida por estas y otras acciones, se atenta contra la dignidad de las personas y se va inculcando la cultura de la muerte y la insensibilidad ante estos hechos, que cada vez más disminuye la capacidad de asombro de una sociedad que solo esta como un morboso expectante. FELIZ AÑO 2018 y los próximos. con mucho respeto a la persona humana. A nuestros niños. Dr. Raúl Héctor Campa García. #PARACAMBIARYOMEINCLUYO. Ciudad Obregón, Sonora, 5 de enero de 2018. raulhcampag@hotmail.com