El perdón es un signo de humildad y amor
Decher Keltner, psicólogo social, menciona que hay cuatro componentes que nos ayuda a definir y medir científicamente el perdón; es la aceptación de que ha ocurrido la transgresión o daño que alguien nos ha hecho; es la disminución del deseo o urgencia de buscar venganza o compensación; es el deseo de acercamiento, disminución en el distanciamiento o evasión de la otra persona; implica un cambio en los sentimientos negativos hacia la otra persona, como por ejemplo el aumento de la compasión y entendimiento de su propio sufrimiento, dolor, ignorancia o confusión que lo haya llevado a herirnos. Perdonar no significa olvidar la forma en que otros lo han herido, ni reconciliarse o relacionarse con la persona que lo lastimó. Tampoco aprobar su conducta o su ofensa, ni absolver de su responsabilidad. No es debilidad o signo de sumisión. Requiere de coraje, dejar de hacer a alguien constantemente responsable de su bienestar emocional y cambiar su actitud hacia esa herida original de manera que no continúe lastimandolo. Implica soltar la carga que lleva de esa persona que lo ha hecho. Perdonar es un signo de humildad y amor. Perdonar es la forma en que podemos perder el odio hacia nuestros enemigos. Solicitar perdón es un acto que viene motivado por la culpa y el arrepentimiento; estas emociones tienen la función de avisarnos que hemos transgredido una norma general o un valor ético que estimamos esencial. El perdón tiende a ser asociado positivamente con el bienestar psicológico, la salud física y buenas relaciones interpersonales. Una anécdota muy conocida es la de Leonardo di Vinci: discutió con otro pintor sobre una pintura y estaba enojado. Intentó después pintar el rostro de Jesús, pero su ira le impidió pintarlo correctamente. Luego rezó por su rival a Dios, por la paz entre ambos; después, hicieron las paces. El perdón es un tema fundamental en la ética y la moral, y ha sido objeto de reflexión por parte de innumerables pensadores: Juan Jacques Rousseau, escritor, filósofo, botánico y músico suizo, 1712-1778, veía el perdón como un componente esencial para mantener la paz en la sociedad. Argumentaba que el perdón y la compasión eran necesarios para superar conflictos y construir una sociedad justa. Hannah Arendt, 1906-1975, escritora y teórica política alemana-estadounidense, exploró el perdón en el contexto de los crímenes contra la humanidad. Sostenía que el perdón público y la reconciliación eran posibles sólo después de que los culpables asumieran las responsabilidades de sus acciones y enfrentaran las consecuencias legales. Helen Séller: «La felicidad yace en la habilidad de perdonar el pasado y disfrutar el presente. Cuando la puerta de la felicidad se cierra, otra se abre, pero a menudo nos quedamos viendo tanto tiempo la puerta cerrada que no vemos lo que se ha abierto para nosotros». Dr. Efraín Regalado Sánchez.