TREGUA Y LUZ María del Carmen Maqueo Garza
TREGUA Y LUZ
María del Carmen Maqueo Garza
El mundo no fue hecho en el tiempo, sino con el tiempo.
Hoy termina un año que, en muchos sentidos, ha resultado agitado, portador de grandes cambios. Tanto en lo social y económico a nivel mundial, como en lo político de nuestro país, y en muchos casos, dentro del seno del hogar, el 2023 ha representado un período que nos marca: En nuestra forma de pensar; en nuestros sentimientos; en el trazado de proyectos personales. Tal vez, más que otros años, el que termina ha significado un período de incertidumbre, de avance sin retorno.
Hoy es un buen momento para hacer una tregua, tanto dentro de nosotros como en derredor. Un poner en paz la agitación que tantas veces nos lleva a decisiones precipitadas que luego lamentamos. Es hora de sentarnos en la santa paz de mí conmigo a analizar cómo ha sido nuestro actuar a lo largo de los 365 días que hoy concluyen; revisar cuáles han sido las consecuencias de nuestro proceder, y proponernos una mejor manera de hacer las cosas.
Estar con vida hoy es un gran privilegio. Muchos compañeros de camino no lo han logrado. Cerraron su ciclo de vida, algunas veces como final de un proceso que ya se veía venir; otras tantas a causa de una situación intempestiva, que corta de tajo la existencia en un tiempo no previsto. Hay que recordar que ningún ser vivo tiene el tiempo comprado, y que en cualquier momento puede morir. Más que vivir angustiados pensando en ello, habría que hacerlo gozosos día con día, minuto a minuto, propuestos a libar las mieles de la vida a toda nuestra capacidad.
Hay ocasiones cuando nos miramos frente al entorno y suponemos que los demás son más afortunados que nosotros; que la vida les ha sonreído de mejor manera a ellos. En una segunda mirada podremos descubrir que las cosas no son precisamente de ese modo y que es la sensación de satisfacción interna la que proyecta al exterior esa mayor felicidad. Y si vamos al fondo de las cosas, en el corazón de esas personas que percibimos como afortunadas, hay un motor llamado: “vivir la vida con sentido”. Esto es, levantarse cada mañana con gratitud en el alma, sintiendo la fortuna de seguir en el planeta, y buscando una razón para poner todas las ganas durante las siguientes 24 horas.
Hoy es un buen momento para sincerarnos frente a nosotros mismos y revisar cuánto hemos desperdiciado; todo lo que hemos dejado de hacer o de compartir. Analizar el sustrato de esos tiempos muertos: ¿No actuamos por falta de motivación? ¿Porque esperábamos que los demás nos animaran y no lo hicieron?… Conviene recordar que a lo largo de la vida nos acompaña siempre un mejor amigo, y ese mejor amigo se llama “yo mismo”. Es un querido compañero al que hay que descubrir, amar y alimentar. Es el más leal de todos, el que nunca nos abandona, y el que seguirá ahí, fiel a nosotros, por más que lo despreciemos. Eso sí, entre mejor tratemos a “yo mismo”, mejor nos la vamos a pasar.
Tiempo de proponernos un proyecto para el 2024. Uno que vaya más allá de la propia persona; un propósito factible y planificado, que podamos ir cumpliendo por etapas. Es hora de someter esos demonios internos que nos llevan al desánimo y a la molicie; esos que nos hacen creer que, si no es por estímulo de personas externas a nosotros, nada vamos a lograr.
Buena hora para dar gracias al cielo por lo que tenemos. Para hacerlo, primero habremos de descubrir cada uno de los elementos con que contamos este año. También habremos de dar gracias por las limitaciones y las dificultades; situaciones contrarias que nos obligaron a sacar lo mejor de nosotros mismos para superarlas. Darnos cuenta, en ello, de qué somos capaces.
Bendecir el amor de la familia y los amigos. Entender que tal vez no fue un amor perfecto, al fin humano. Y luego de ello, preguntarnos a nosotros mismos qué dimensiones tiene nuestro amor a ellos, para aprender acerca de la humildad y la empatía. De los demás, cada uno ha dado lo mejor que tiene para dar, así no empate nuestras expectativas. Hemos, pues, de recibir ese amor con profundo agradecimiento.
Hoy, último día del año, nos damos una tregua personal. Nos serenamos con nosotros mismos y con la vida, y nos alineamos hacia la luz, para comenzar un año renovados en el interior y cargados de entusiasmo. Manifestamos nuestra gratitud y nos disponemos a actuar conforme a ello cada día que sigamos sobre el planeta. Afinamos nuestros sentidos para percibir y nuestro corazón para dar. El mayor beneficio recae sobre nosotros mismos y nuestros seres queridos. Ya en consecuencia, lo hace sobre el resto del mundo.
Muy feliz inicio del 2024. Que sea, en la vida de cada uno de nosotros, un año muy singular, cargado de profundos cambios y grandes satisfacciones, para goce propio y bienestar colectivo.
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