HACIA ÍTACA TODOS, María del Carmen Maqueo Garza
HACIA ÍTACA TODOS
María del Carmen Maqueo Garza
“Necesitamos más gente que crea en el poder empático de la literatura”, sentencia el novelista lagunero Vicente Alfonso. Rescaté este concepto de una sesión de taller que impartió hace un par de semanas. De gran vigencia a quince días de celebrar el Día del Libro, en un escenario de terrorismo político, más marcado en regiones asoladas por el crimen organizado.
México ha sido una tierra colorida, tanto por sus paisajes, su oferta gastronómica y artesanal, y sus tradiciones orales. Todo ello da cuenta de la forma tan peculiar como se desbordan las emociones en el alma de los ciudadanos de las distintas regiones del país. Vayamos a tiempos de la Revolución para recordar cómo los participantes, para unos héroes, para otros matones, fueron encauzando el movimiento revolucionario que vino a terminar en 1917, con la promulgación de la Carta Magna que nos rige. Esa violencia, a ratos desmedida, tenía una razón de ser, valga la expresión.
Hoy en día el clima de violencia se ha exacerbado, pero además se ha distorsionado. Siempre, desde que la tradición oral y luego escrita lo ha documentado, ha existido la violencia. Muchas ocasiones difícil de entender, como era el caso de la eugenesia practicada entre los griegos, que eliminaba a recién nacidos con cualquier defecto físico aparente, hasta los sacrificios humanos rituales entre pueblos prehispánicos de Mesoamérica. Prácticas que hoy nos resultan deleznables, pero de manera paradójica hemos normalizado otras como el aborto inducido.
Al margen de lo antes mencionado, la violencia campea, en ocasiones en la intimidad familiar y otras tantas en sitios públicos. Lamentable decirlo, a ratos se convierte en arma de ataque frente a un contratiempo. Porque me viste feo o porque sonaste el claxon detrás de mí, me adjudico el derecho para acabar con tu vida, así de sencillo.
A dos meses de las elecciones la ciudadanía siente temor. Hay una variedad de terrorismo político que inclina o frena las campañas de diversos candidatos; muchos se bajan del proceso, otros valientes deciden continuar, bajo el resguardo de fuerzas del orden. No me atrevo a imaginar que sus familiares estén muy tranquilos mientras el postulante que contiende ande fuera de casa.
El que está por terminar ha sido un sexenio en el que abiertamente se ha promovido la polarización. Tanto así, que ha dividido familias y grupos de amigos en facciones, defendiendo cada parte su propia postura. En nada ha beneficiado a la concordia y paz social, sino todo lo contrario. Cada uno se planta en su postura rígida e inamovible y así vamos, como cactáceas en el desierto, aislados y amenazando con nuestras espinas a quien externe una postura contraria.
El proceso social que nos ha llevado hasta donde hoy estamos, sometidos a un terrorismo electoral como nunca habíamos visto, me lleva a descubrir que la urgente convención de ideas no se va a lograr mediante el diálogo, o tal vez podría lograrse, pero en un plazo significativamente mayor que las escasas semanas que faltan para el 2 de junio. Tal vez, entonces, habrá que ser cuidadosos en salvaguardar la integridad, tanto propia como de los nuestros, pero valientes en salir a ejercer nuestro sufragio. Y en un plazo mediato, buscar soluciones que permitan limar esas actitudes radicales que hoy nos contraponen.
Vicente Alfonso lo ha dicho de la forma más clara posible: La lectura conduce hacia la paz social. Si, a través de una historia yo me aproximo a personajes que en la vida real me generan odio y repulsión, si me meto dentro de su piel buscando abarcar su propia realidad, es muy probable que, al interactuar con personajes reales con el mismo perfil, yo baje la guardia y comience a procurar puentes de comunicación. Claro, hay que decirlo, este proceso de fomento a la lectura será eficiente en la medida en que involucre más y más lectores a lo largo de un período mayor de tiempo. Es una fórmula que funciona, quizás la única que tenemos ahora, de modo que hay que probarla.
Viene el Día del Libro, a celebrarse el próximo 23 de abril. Salgamos a los foros que solemos visitar bajo la consigna de invitar a la lectura de la mejor manera posible: Leyendo y narrando nuestra experiencia lectora. Regalemos un libro por una ocasión especial, o aun sin que la haya, nada más porque sí. Preguntemos a los libreros qué obra nos recomiendan. Fomentemos el hábito lector en nuestros niños y jóvenes.
Tenemos hoy en día nuestra propia Ítaca, escarpada pero buena criadora de hombres, tal como se describe la isla jónica original en los cantos de la Odisea. Corresponde a cada uno de nosotros, ciudadanos reflexivos, buscar alternativas sociales que nos permitan avanzar como nación. Aquí les dejo la mía. Se vale añadir propuestas.
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